Otra entrega de las aventuras del famoso detective creado por sir Arthur Conan Doyle y dirigida en 1944 por el habitual de la saga Roy William Neill. Esta vez nos cuenta una serie de aparentes suicidios en los que las víctimas los cometen por la noche, estando cerrados absolutamente solos en sus habitaciones y sin notas ni síntomas previos de querer hacerlo. Esto hace sospechar a Holmes y quiere investigar.Sin ser de las mejores entregas, especialmente por el guión algo pobre, se salva por el duelo que lleva a cabo el detective y la malvada delincuente. Ambos verán cómo sus ingenios son retados repetidamente y tendrán que aplicarse para superar a su rival. La trama es interesante, pero antes de la mitad de la película pierde el ritmo durante un rato al querer centrarse en la relación que Holmes entabla con la asesina, pero es demasiado superficial el intento. Luego se recupera al volver a la trama y a las investigaciones de Holmes y cierra con un buen final. Como suele ser frecuente, Basil Rathbone y Nigel Bruce están a la altura, este último a pesar de retratar a un excesivamente torpe Watson. También destacable la ambientación.
Entretiene durante la hora que dura.
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