Extraordinaria muestra de cine negro de Nicholas Ray de 1950. Un conocido guionista es sospechoso de haber cometido un asesinato, y hasta los más cercanos a él empiezan a desconfiar de su inocencia. Él se muestra confiado, pero se trata de un hombre violento que podría encajar con el criminal.El estupendo guión de Andrew Solt nos muestra un sospechoso que parece, a priori, inocente, pero que va mostrando su compleja personalidad de manera que nos crea dudas. Incluso los que más lo conocen y aprecian llegan a sospechar de su inocencia, transmitiendo más tensión al espectador. El argumento está bien desarrollado, con sólidos personajes y buenas muestras de las típicas "chulerías" de Humphrey Bogart. Éste realiza una interpretación soberbia, al igual que el resto del reparto, como Gloria Grahame, Frank Lovejoy, Robert Warwick,... Pero Bogart está por encima de todos ellos, mostrando su lado más tierno y hasta juguetón, y su lado más turbio y violento. Sencillamente genial. También destaca la estupenda fotografía de Burnett Guffey, además de la maestra dirección de Ray, que crea la atmósfera adecuada y va moviendo la simpatía del espectador hacia un sentido u otro.
Estupenda película, mantiene el suspense hasta el final.
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