Interesante trama desarrollada por completo en un tren, lo que parece aportar más dinamismo a la historia a la vez que limitar mucho los personajes que intervienen en ella. Es un caso de intriga policial en donde Holmes no exprime sus dotes deductivas tanto como en otros casos. No aparece el Napoleón del mal, Moriarty, pero sí su lugarteniente, el Coronel Bleek. Neill rueda con brío el caso, con una sucesión de hechos criminales que hacen que se mantenga la tensión hasta el desenlace. Como es habitual en esta saga, Watson es un inútil redomado pero que nos hace sonreír con su inocencia. El final es bastante bueno y sorprende. El reparto hace un buen trabajo destacando Basil Rathbone y Nigel Bruce.
Interesante caso en una entretenida película.
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