Buena muestra del cine negro de 1954 dirigida espléndidamente por Fritz Lang. Trata sobre un triángulo (cuadrado deberíamos decir en esta ocasión) amoroso alrededor de una mujer fatal bien interpretada por Gloria Grahame. La vemos sufriendo por la vida que lleva y, conforme avanza la historia, vamos dudando si es la víctima inocente que parece ser o es en realidad una despiadada mujer que utiliza sus encantos para conseguir lo que quiere. En el papel principal tenemos a Glenn Ford haciendo un gran papel (como habitualmente hizo), esta vez encarnando a un soldado que vuelve de la guerra de Corea buscando un poco de normalidad y rutina y se encuentra inmerso en una situación poco deseable. Ford se muestra interesado en ayudar a la dama pero se debate en cómo hacerlo hasta el final, donde debe elegir de manera drástica entre dos caminos que marcarán su futuro. Incluye componentes como celos, tragedia, violencia, etc.
Aunque la trama del triángulo amoroso la hemos visto en numerosas ocasiones, en esta película podemos verla con unos personajes bien creados y desarrollados, con un buen guión que da profundidad a las pasiones y acciones que vemos, con grandes interpretaciones que nos transmiten las vibraciones de cada situación, y con una fotografía muy expresiva que le da tensión y realismo a las escenas. También son muy acertadas las localizaciones y profesiones de los protagonistas, girando todo alrededor del ferrocarril, estaciones, vías, etc.
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