Entretenida película de intriga de 1997 dirigida por el efectivo David Fincher tras rodar Seven. Es vibrante, con buen ritmo, llevando al espectador por una espiral de sorpresas hasta que no sabe a qué atenerse. Michael Douglas realiza una buena interpretación y transmite adecuadamente su desesperación por todo lo que va sufriendo, y Sean Penn hace un corto pero efectivo papel, aportando más incertidumbre a lo que va sucediendo. Hay que reconocer que la trama y el guión son un poco tramposos, pero aún así nos mantiene pegados a la butaca completamente inmersos en los giros que va dando la película. Debido a que se basa en esas sorpresas comentadas, no soporta bien un posterior visionado.
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