Lo mejor es el guión, firmado por el maestro Wilder y su colaborador Diamond, con unos diálogos fantásticos. Se basa en una trama en la que, centrándose en la personalidad del detective, hay que resolver un misterio en el que se mezclan varios ingredientes que incrementan el interés del espectador: el monstruo del lago Ness, tecnología punta de la época, desaparición de unos enanos y una dama extranjera con amnesia en apuros. Para resolverlo, Holmes tiene que aplicar su legendario ingenio, al que se añade el sarcasmo que usa con Watson. Éste aporta un aspecto cómico a las situaciones que nos hará aún más amena la cinta. Así que tenemos un caso muy intrigante que el maestro va desarrollando con una mezcla de comedia, drama (el lado humano de Holmes) y suspense.
Las interpretaciones son muy buenas, tanto Robert Stephens añadiendo flema y vulnerabilidad a Holmes como Colin Blakely encarnando a un pasional y espontáneo Watson. Christopher Lee da vida al misterioso hermano de Holmes, Mycroft, con el clásico aire de arrogancia y superioridad. También sobresale la ambientación, mostrándonos el Londres victoriano y unos expléndidos exteriores en Escocia. Es una maravilla el tour que nos da por algunos de los castillos de las Highlands y el propio lago Ness, acompañados por una bella fotografía y una bonita música. La gran banda sonora está a cargo de Miklós Rózsa, que usó como base su concierto para violín.
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