Glenville llevó a la gran pantalla la obra teatral de Jean Anouilh, siendo Edward Anhalt quien adaptó el guión. Hizo un gran trabajo pasando la trama de las tablas a la pantalla, todo con un gran rigor histórico y dando muchos detalles de los dos caracteres protagonistas y de la evolución de su relación. Los diálogos son ricos aunque a veces caiga algo en cierta pomposidad que le quita naturalidad a los mismos. La pieza clave, además del guión, es el acierto con el reparto con dos soberbios actores que interpretan de forma opuesta en esta ocasión: Peter O´Toole y Richard Burton. El primero roza o llega a la sobreactuación para dejar claro el tipo de personalidad que tenía el rey, mientras que el segundo hace una actuación muy contenida y parca. Destaca el exceso de O´Toole, aunque hay que decir que igual de meritoria es la sobriedad de Burton. Ambos hacen que esta cinta sea tan conocida y valorada. Junto a ellos también capta la atención John Gielgud como el rey de Francia. Los mayores defectos son que Glenville no siempre acierta con los tiempos que da a las escenas y el incluir algunas que no aportan nada, alargando innecesariamente el metraje de la película.
Interesante drama histórico aunque le sobran algunos minutos.
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