En poco tiempo se convirtió en todo un clásico y referente en el cine de terror. El guión de William Peter Blatty está basado en su propia novela homónima (un enorme éxito de ventas), la cual se inspiró en un exorcismo real realizado en Washington a mitad del siglo XX. El argumento hiela la sangre y deja al espectador pegado al asiento casi sin pestañear. Está bastante conseguida en todos los aspectos, destacando las interpretaciones, el maquillaje, la fotografía, la música y la dirección artística. Friedkin la rueda con bastante austeridad para que nada pueda despistar o interfererir sobre la trama principal, además hacerlo con gran realismo. Le imprime un ritmo bajo pero que contribuye a subir la tensión, aunque en algún momento sí que decae un poco (cosa que podía subsanarse con la eliminación o recorte de alguna escena). En el reparto destacan dos grandes veteranos como Max von Sydow y Lee J. Cobb, un debutante en el cine como Jason Miller, y las actrices Linda Blair y Ellen Burstyn. Hay muchas anécdotas o circunstancias extrañas alrededor de la película, pero sobresalen las muertes de dos actores a los pocos días de acabar sus escenas cuyos personajes también morían: Jack MacGowran (el director y pareja de la madre) y Gina Petruska.
Película de culto en el género del terror.
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