Película de 1990 dirigida por Francis Ford Coppola. Ya ha pasado más de una década desde que Michael Corleone se separara de su esposa y matara a su hermano, intentando ahora dar el paso definitivo de dejar todos los negocios sucios para convertirse en un empresario honrado. Pero el resto de familias también quieren participar de sus nuevos proyectos, así que no tendrá nada fácil desprenderse de su pasado.
Tercera y última entrega de una de las mejores sagas de la historia del séptimo arte, basada en la novela de Mario Puzo y con guión del mismo escritor y Coppola. Mantiene la inquietud moral del protagonista sobre su vida que se ve atrapado por su pasado y el entorno a pesar de intentar cambiar de rumbo. Consigue una buena atmósfera y una trama de cierta complejidad de intrigas y traiciones. Cuida mucho la ambientación y los diálogos, volviendo a repetir un estupendo clímax final en el que intercala dos hechos opuestos: uno calmado y pacífico, y el otro violento. El punto más débil es la importancia que le da al papel de la hija del Padrino, lo cual transmite la duda de si es porque está interpretada por la hija del director. Al Pacino vuelve a hacer otro gran trabajo aunque no con la brillantez de las anteriores, mientras Talia Shire y Diane Keaton incrementan cuota y calidad respecto a la previa. Entre las nuevas incorporaciones destacan un gran Eli Wallach, Joe Mantegna y un desigual Andy Garcia (que repite milimétricamente las formas de Los intocables). Es una buena película pero no tiene el magnetismo de las predecesoras ni hay un protagonista tan crucial como Brando en la primera y de Niro en la segunda.
Buena pero inferior a las otras.
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