miércoles, 6 de marzo de 2013

Horizontes lejanos


Película de 1952 dirigida por Anthony Mann. Un grupo de colonos decide establecerse a varias millas de Portland y llevan todo lo necesario para ello. Además del cargamento inicial también encargan otro para que se lo lleven cuando se acerque el invierno y les permita aguantar allí casi aislados, pero se retrasa mucho y deciden ir a ver qué ha pasado. Se encuentran la ciudad con mucha actividad debido a la fiebre del oro, y que su cargamento ha multiplicado tanto su valor que el dueño del almacén prefiere devolverles el dinero. Pero eso supondría rendirse a su sueño de establecerse en unas tierras nuevas y regresar a la ciudad, por lo que pelearán para que se respete el trato y poder llevar los víveres.
Fabuloso western del maestro Mann que recoge dos aspectos típicos del género: los colonos y la fiebre del oro. Utiliza ese marco para reflexionar sobre las posibilidades reales de que un hombre cambie de forma de ser, cambie su destino. Tiene un espléndido guión de Borden Chase que adapta la novela de William Gulick, en el que cuenta con un grupo de protagonistas bien definidos y bien distintos (los colonos, los pistoleros, los buscadores de oro, los que quieren hacer negocios abusivos) y desarrolla la acción mientras el personaje principal (un genial, como siempre, James Stewart, colaborador habitual de Mann) quiere creer en la posibilidad de cambiar aunque muchas veces parece que su destino es tozudo y vuelve a encajarlo en la misma dirección. Tiene unas localizaciones fantásticas que Mann utiliza hábilmente como si fuese un personaje principal más y bellamente recogidas por la calidad de la fotografía de Iriving Glassberg. Además del enorme Stewart aparecen otros actores con estupendos trabajos como Arthur Kennedy, Julia Adams y Rock Hudson (que concentró injustamente las mejores críticas).
Una gran obra del género.

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