Se trata de una de esas cintas que no soporta bien el paso del tiempo, además de habernos hecho mayores los adolescentes que la catapultamos al éxito. Es una bonita historia romántica de brujería, castillos, monjes, luchas de espadas y flechas, etc., por lo que tiene suficientes ingredientes para despertar el interés del espectador. Pero debió realizarse pensando en un público infantil/adolescente, o al menos es lo que parece al ver el resultado final, además de estar influenciada por las tendencias de la época. Nada en ella se trata con suficiente profundidad y hasta las peleas parecen caricaturas. El guión también es bastante superficial, siendo un claro ejemplo el raterillo protagonista. La banda sonora de Andrew Powell (participando Alan Parsons) es bastante buena, pero no es en absoluto apropiada para esta historia (la música electrónica no "pega" para nada con una trama medieval). La pareja protagonista sí fue acertada, con un Rutger Hauer fuera de sus papeles malignos habituales y una Michelle Pfeiffer que se consagró tras haber rodado El precio del poder de Brian de Palma. Como curiosidad, podemos ver en un pequeño papel a Alfred Molina.
Dirigida a un público adolescente o mayores no muy exigentes para entretenerse un rato.