Bergman vuelve a tratar los temas que tanto le gustan como la relaciones personales, el amor, el sentido de la vida y la muerte. El guión es del propio director, y utiliza un viaje físico para narrar uno más espiritual y, muy especialmente, para dar una retrospectiva sobre sus sentimientos y relaciones de su vida. La película arranca con una gran fuerza, con un anciano contando lo que ocurre y teniendo un sueño surrealista que le hace cambiar de planes. Empieza un viaje que tiene, para el espectador, sus altibajos. Los personajes que va añadiendo al viaje no aportan gran cosa, pero el protagonista sí que es magistral. Además, está interpretado extraordinariamente por Victor Sjostrom, y Bergman lo explota con soberbios primeros planos. Podemos ver y casi sentir sus reflexiones, sus arrepentimientos, sus lamentaciones, sus dudas....y sus temores. La fotografía es absolutamente maravillosa, tanto en interior como en exterior, siendo su responsable Gunnar Fischer. En definitiva, una gran obra que invita a reflexionar cómo vivimos y cómo convivimos con los demás.
Estupenda película, todo un clásico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario