Espléndida película de Ray, siendo para muchos la mejor del género y una de las mejores de este maestro del cine. Tiene una interesante trama, desarrollada con un guión extraordinario de Philip Yordan basado en la novela de Ray Chanslor. Hay varios diálogos entre los dos protagonistas que se han convertido en auténticos clásicos. Entrelaza una historia de amor complicada con otra de venganza/odio, con grandísimos personajes. Realmente podría haber sido una cinta de cine negro si lo hubiera enmarcado en otro sitio y época, pero el hacerlo en este género le añade una nota de vistosidad por las localizaciones y el vestuario. Lo más importante son los personajes y los turbios lazos que hay entre ellos. Además, las interpretaciones están en estado de gracia, brillando todos los actores a un nivel inmejorable, y ello a pesar de contar con grandes estrellas. Sobresale Joan Crawford, con una luz especial, con unos ojos que atrapan la mirada del espectador, y una cara que lo dice todo. Sin duda, el mejor papel y mejor interpretación femenina en un western. La compañía masculina no desmerece a la Crawford, aunque sin su magnetismo: un estupendo Sterling Hayden, John Carradine, Scott Brady, Ernest Borgnine, Mercedes McCambridge (en uno de los papeles más odiosos nunca vistos),... Destaca la preciosa fotografía de Harry Stradling, con unos bellos parajes en el exterior y unos colores recargados en interior. La fotografía ensalza a la protagonista en multitud de escenas, y ayuda enormemente a que se queden grabadas en nuestra retina. Y sin olvidar la bella partitura de Victor Young.
Imprescindible película del oeste.
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