Aronofsky lleva a la pantalla una historia algo extraña que no deja indiferente a nadie. Visualmente muy bonita, musicalmente excepcional con la melodía del Lago de los cisnes, pero con una trama que se va retorciendo hasta confundir al espectador que no sabe si lo que ve es real, sueños o imaginaciones. Es la pequeña historia de una chica que ha vivido por el ballet, que ha sido criada por una madre sobreprotectora y que ante la ilusión pero presión que supone protagonizar una obra se desatan todo tipo de alucinaciones, pues es sumamente paranoica y reprimida (sentimental y sexualmente). Las imágenes tienen cierto magnetismo pero el argumento llega a ser demasiado absurdo y puede acabar con el espectador desconectado. Una pieza clave es la interpretación de Natalie Portman, pues encarna perfectamente todas las facetas de tan complicado papel.
Atractiva pero extraña, por lo que puede no acabar de encajar en muchos gustos.
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