Estupenda película de este director que venía de homenajear a Hitchcock con Impacto, Vestida para matar y Fascinación. Se mete en el mundo de la mafia, muy concretamente la que había en Florida con motivo del tráfico de drogas y que tuvo un impulso tras la llegada masiva de criminales cubanos en mayo de 1980. Es un remake de la excelente película de 1932 del maestro Howard Hawks, cambiando el alcohol por la cocaína. En este caso de Palma es mucho más expreso con la violencia y elimina el romanticismo que podía rodear a los que hacían negocio por la ley seca. Retrata ese mundo con más realismo, mostrando el nulo valor de una vida para este tipo de gente y cómo el dinero da poder pero también tiene un altísimo coste. Las interpretaciones son espléndidas, con un Al Pacino pletórico (genial en su encarnación del hortera sin escrúpulos y ambicioso, y mejor verlo en versión original para poder escuchar cómo habla con acento cubano y usando expresiones latinas) y un grupo de secundarios que están a su nivel, destacando F. Murray Abraham y Robert Loggia. La banda sonora de Giorgio Moroder es muy buena, pero los sonidos electrónicos que tanto gustaban a este compositor a veces no terminan de encajar con las escenas que vemos.
Gran película sobre la ambición desmedida.
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