miércoles, 9 de marzo de 2011

El salario del miedo

Estupenda película de 1953 dirigida por H.G. Clouzot. En un empobrecido pueblo de Sudamérica se encuentran varios extranjeros sin trabajo y sin dinero, viéndose forzados a quedarse por no poder comprar un billete de avión que les saque de allí. En la zona hay un campo petrolífero que necesita recibir un cargamento de nitroglicerina desde una planta no muy lejana pero que supone un enorme riesgo transportarla por los terribles caminos que los unen. Cuatro de los extranjeros se ofrecen a conducir los dos camiones con la carga a cambio de una suculenta cantidad de dinero que podría cambiarles la vida... si no la pierden en el trabajo.

Clouzot y Geromini son los autores del magnífico guión adaptando la novela de Georges Arnaud. Tiene dos partes claramente diferenciadas: una primera retratando el drama que viven los protagonistas y presentando a éstos, y una segunda cargada de tensión y suspense. Arranca mostrándonos los diferentes caracteres que se dan cita en la aldea, con unos perfiles bien definidos y con una calidad excelente en todos los aspectos. El único aspecto negativo es el papel que concede a las mujeres en general y a una en particular, absolutamente denigrante (y para colmo está pésimamente interpretado por Vera Clouzot). Una vez reflejado el drama en que viven, siendo extremo e insoportable en algunos casos, y que hace que entendamos el motivo por el que aceptan la misión, empieza la tensión y suspense a subir de manera exponencial por minuto. Crea una atmósfera agobiante, con sucesivas escenas que ponen los nervios a prueba, y siempre adelantando los peligros que acechan para que se nos vaya acelerando el pulso. Somos testigos de cómo van cambiando los personajes y las relaciones entre ellos conforme esa presión les va haciendo mella. En todo momento ayuda la extraordinaria fotografía de Armand Thirad, que ensalza con intensidad los primeros planos que el director va eligiendo para transmitir la angustia que viven los protagonistas. Los dos actores principales, Yves Montand y Charles Vanel, está impecables y nos dan buena muestra de por lo que van pasando. La pena es que se eligiera un final tan absurdo, completamente desmerecido ante tan estupenda obra.
Gran película, de enorme calidad pero con un par de lagunas importantes.

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