viernes, 9 de septiembre de 2011

Capturing Mary

Película de 2007 dirigida por Stephen Poliakoff. Un joven cuidador de una lujosa mansión londinense deja pasar a una anciana mujer para visitarla. La casa le hace revivir los recuerdos de su juventud relacionadas con el inmueble y los comparte con el chico, pues lo que ahí ocurrió marcó su vida.
Poliakoff escribe y dirige este drama que recorre la vida de una mujer desde que despunta como periodista y se empieza a codear con las mayores celebridades internacionales hasta que es mayor. Utiliza flashbacks para contarlo utilizando como excusa el reecuentro de la señora en la actualidad con la mansión a la que acudía a algunas fiestas y donde conoció a un hombre que cambió su vida. Aunque el estilo puede ser adecuado sí que parece poco creíble que la anciana le cuente toda esta historia a un adolescente y, lo que es más raro aún, que éste se interese. La trama es interesante y va captando la atención gradualmente, dejando Poliakoff algunos puntos interpretables sobre lo que va ocurriendo. Finalmente parece que deja a la interpretación del espectador la explicación de la historia que ha visto (lo que deja un sabor agridulce) o, de lo contrario, falla absolutamente si pretendía dejar atado el argumento. A pesar de ser un producto para la televisión está dignamente realizada y cuenta con un buen equipo de actores, entre los que destaca Maggie Smith y el enigmático David Walliams. También tiene una bonita banda sonora de Adrian Johnston.
Modesta película con una entretenida historia aunque abierta a interpretación.

2 comentarios:

  1. A mí me gustó mucho; parece nada, pero hay un punto esencial. Si tuviéramos que decir de qué va con una palabra, esta sería: tortura. La tortura psicológica que sufre la protagonista, que no es poca cosa por no reflejarse en daños físicos. La perturbación que ese hombre le provoca al instalarle imágenes violentas en la mente, además del acoso aparentemente sutil. Desde este ángulo, la película es extraordinaria; el muchacho de la casa es una suerte de psicoanalista.

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