viernes, 29 de julio de 2011

Con faldas y a lo loco

Obra maestra del genial Billy Wilder realizada en 1959. En Chicago durante la ley seca, dos músicos se ven obligados a huir al haber presenciado la matanza de San Valentin y ser detectados por los mafiosos responsables de la misma. Haciéndose pasar por mujeres, se inscriben en una banda femenina que va a Florida a tocar a un hotel. Pero para su desgracia, además de ser tentados por la belleza de sus compañeras, en ese hotel se celebrará la convención anual de amigos de la ópera italiana.

Es una película muy conocida y reconocida que merece todos los buenos calificativos que se han vertido sobre ella. Es absolutamente redonda en todos los sentidos, siendo una de las mejores comedias y película en general de todos los tiempos. El guión de I.A.L.Diamond y el propio Wilder es extraordinario, con situaciones de lo más cómicas y unos diálogos hilarantes (como muestra, valga el broche final). Y Wilder explota la trama y todo el guión al máximo, dejándonos muchísimas escenas para el recuerdo. Aunque todas son magníficas y las hemos visto miles de veces en todo tipo de reportajes, me quedo con las apasionadas escenas de baile con flor incluida y hasta un mantel. En éstas y durante toda la película, Jack Lemmon está simplemente perfecto, con sus gestos exagerados tanto masculinos como femeninos, en uno de los mejores papeles cómicos jamás interpretados. En las escenas mencionadas la pareja de Lemmon está a su altura, con un brillante Joe E. Brown, quien nos dejó esa última frase para el recuerdo “nadie es perfecto”. Los otros dos protagonistas viven su mayor momento de gloria con sus trabajos en esta joya del cine, Tony Curtis y Marilyn Monroe. Ni antes ni después tuvieron mejores papeles ni lo hicieron mejor que aquí. Algo que llama la atención hoy día es que la curvilínea Monroe estaría considerada como “gorda” con los cánones actuales, siendo la mayor sex-symbol de la historia. Completan el reparto grandes secundarios como George Raft, Pat O´Brian, Billy Gray, etc. Tiene una espléndida fotografía de Charles Lang y mítica banda sonora y canciones de Adolph Deutsch.

Imprescindible obra maestra.

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