Película de 2012 dirigida por Robert Lorenz. Un veterano ojeador de jugadores de béisbol está en el punto de mira del equipo para el que trabaja para jubilarle porque lo consideran ya desfasado ante la aplicación de las nuevas tecnologías para esa labor. Lamentablemente coincide en un momento en que está perdiendo la vista y no capta todos los aspectos del juego. Su jefe y amigo, que se opone a la jubilación forzosa, se lo cuenta a la hija para que le ayude en su última misión para que le salga bien y pueda seguir trabajando. Pero las relación entre ambos no es excesivamente buena.
Un colaborador habitual del maestro Eastwood salta a la dirección con este drama sobre la vejez con el mundo del béisbol como escenario. El guión original de Randy Brown es desigual, con buenos momentos e ideas pero también con alguna laguna importante, cayendo en algunos convencionalismos que la hacen algo predecible. Introduce una subtrama de comedia romántica que no está del todo mal pero que no aporta nada a la principal, sólo quitarle tiempo. Lo mejor es la presencia del gran Clint Eastwood que borda como nadie el papel de abuelo gruñón, recordando al maravilloso protagonista de Gran Torino pero sin la riqueza de matices e ingenio de aquél. También dan un buen nivel Amy Adams y John Goodman, muy superiores al sencillito Justin Timberlake. El resultado final es una bonita y entretenida cinta sobre el drama de la edad sin cebarse demasiado en ello.
Bonita.
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