Película de 1951 dirigida por Robert Parrish. Un policía es testigo de un crimen pero el asesino consigue escapar. Parece estar relacionado con la mafia que controla los puertos así que le piden al policía que se infiltre entre los estibadores para descubrir quiénes son los responsables. Pero es un mundo muy cerrado y peligroso, por lo que la misión será muy complicada.
Adaptación de la novela Waterfront de Ferguson Findley ambientada en las mafias que controlaban (y aún lo hacen en muchos sitios) los puertos. Se trata de la obra cumbre de este director irregular que se movió entre el cine y la televisión y que, aunque bastante modesta, tiene buena calidad. Es una cinta de suspense policíaco que se mueve entre la mafia portuaria y que le añade un punto desenfadado en el carácter del protagonista, que siempre tiene respuestas y comentarios ingeniosos e irónicos sobre lo que ocurre. Tiene una excelente presentación de la trama, un entretenido e intrigante desarrollo y un adecuado desenlace. Cuenta con todos los ingredientes del cine negro desde peleas e infiltrados hasta persecuciones en coche (estupenda escena en la que sorprende el ingenio y tecnología del momento). Por su carácter modesto el planteamiento, decorados y localizaciones son muy sencillos pero eficaces. El protagonista es un buen Broderick Crawford que hace uno de sus mejores papeles como protagonista, contando con una estrella como Ernest Borgnine y se puede ver brevemente al que más tarde sería famoso Charles Bronson.
Buena
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