Película de 1968 dirigida por George A. Romero. Una joven pareja de hermanos va al cementerio para llevar unas flores cuando es atacada por un señor. La chica consigue escapar y se refugia en una casa que parece vacía. Al poco llega un chico también perseguido por otras personas extrañas y se ayudan mutuamente. Encuentran una radio y van escuchando que se trata de personas muertas que vuelven a la vida e intentan matar y comerse a otros seres. La situación va empeorando porque van apareciendo más zombies alrededor de la casa, pareciendo que no hay salida para los chicos.
Película de culto, clásico del cine de terror y de zombies especialmente, que ha cautivado a muchos seguidores y que ha inspirado otras muchas cintas. El paso del tiempo le ha sentado muy mal y se le ve como obsoleta en muchos sentidos, pero no se le puede negar su atrevimiento y originalidad en su momento. Supuso el debut de este director especialista en el género y que demostró que con poco presupuesto y medios se podía hacer una película que aterrorizaría a miles de espectadores. Es muy sencilla en todos los aspectos pero igualmente eficaz, aunque el doblaje al español es pésimo y le da una apariencia de mayor falsedad. Hoy en día se ve como inocentona, algo absurda o carente de ritmo, pero es que en los últimos casi 50 años este arte ha evolucionado mucho, más en la ciencia ficción y terror que en otros temas, pero hay que darle el mérito que tiene. Aunque muestra en algunas escenas lo que los zombies hacen, destaca en el uso del terror psicológico y la buena fotografía del propio Romero.
Clásico y pionero en algunos sentidos del cine de terror.
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