Película de 2011 dirigida por Michael Brandt. Un senador de los EE.UU. es asesinado y las primeras sospechas recaen sobre un famoso criminal internacional que se creía muerto. El FBI pone en el caso a un joven que preparó sus tesis sobre este asesino y le piden también a un oficial jubilado que le ayude porque estuvo años persiguiéndole. A pesar de las reticencias iniciales, el experimentado agente accede a colaborar en la investigación con la esperanza de atraparlo.
Brandt coescribe con Derek Haas y dirige esta cinta de espionaje al estilo de la guerra fría con agentes dobles donde, a base de giros "sorprendentes", pretende mantener la intriga y el interés. Lo consigue parcialmente a pesar de la incredulidad con que se va viendo la trama, haciendo una película entretenida de espías e investigaciones criminales. Pero parece querer sorprender en exceso o ser mucho más listo de lo que luego demuestra y la historia se viene bastante abajo. Entre el reparto cuenta con alguna estrella como un Richard Gere que nunca llega a convencer y el joven Topher Grace que no termina de consolidarse, además de un pequeño papel para Martin Sheen. El resultado deja que mucho que desear pero no está mal como pasatiempo vespertino si no se encuentra nada mejor.
Floja pero entretenida.
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