Película de 1957 dirigida por Walter Lang. La vida trascurre tranquila en las oficinas de una importante emisora de televisión hasta que aparece un misterioso personaje que ha sido contratado por el mismo presidente de la cadena. Los nervios se apoderan especialmente de los miembros de la sección de investigación porque emplea mucho tiempo allí. Las peores sospechas se confirman cuando se rumorea que está allí para instalar un cerebro electrónico que haga el trabajo de los empleados.
Adaptación de la obra de teatro homónima (en su título original y no en el invento usado en español) de William Marchant sobre el temor de los humanos a ser reemplazados por "cerebros electrónicos" estrenada un par de años antes en Broadway. La trama sorprende por dos razones: por la cantidad de años que las personas vienen ya siendo reemplazadas en el trabajo por máquinas y porque hoy en día la amenaza es mayor que nunca. En cuanto a la primera, es llamativo que en esa época los ordenadores eran tan desconocidos que no habían sido bautizados como tales (IBM, nombrada en la película, empezó en este mundo tan sólo unos años antes, en 1953, siendo en 1959 cuando se empezó su uso en banca). El guión de Phoebe y Henry Ephron (padres de la famosa directora y guionista Nora Ephron) tiene muchos momentos divertidos que multiplican sus efectos gracias a la maravillosa pareja protagonista, Spencer Tracy y Katherine Hepburn. El primero está absolutamente genial y sólo con sus gestos asegura bastantes risas. Es una delicia verlos juntos en una comedia romántica con una historia simpática pero con un buen argumento. La cinta es modesta y se puede apreciar su origen teatral, pero demuestra que con una buen guión, una dirección sencilla y estupendos actores se puede hacer una película amena y bonita. Sorprende mucho que sea tan poco conocida.
Divertida.
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