Película de 2020 dirigida por Dominic Cooke. En 1960 durante la Guerra Fría un inglés que se dedica a la venta de maquinaria para industria recibe la visita de dos personas que resultan ser del MI6 y de la CIA. Le piden que se introduzca en la Unión Soviética para hacer de mensajero, trayendo paquetes de un alto mando ruso que quiere informar de los planes de Kruschev pues teme que lleve al mundo a una guerra nuclear. Piensan que al no tener las condiciones ni pasado habituales de un espía los soviéticos no sospecharán. Aunque el hombre se inclina a rechazarlo, le convencerán de la importancia de esta misión para la paz mundial.
Increíbles e interesantísimos hechos reales en las puertas (y durante) la crisis de los misiles cubanos que llevaron al mundo al borde del abismo nuclear al comienzo de los años 60. Es la historia vivida por Greville Wynne, un británico con vida muy normal y sencilla, que recibe una petición que cambiaría su vida para siempre. Aunque el propio Wynne escribió una novela autobiográfica basada en estos hechos, el guionista Tom O'Connor investigó adicionalmente otras fuentes sobre este hombre y el "traidor" soviético, Oleg Penkovsky, Todo ello para presentar de la forma más verídica posible una trama de espionaje que encantará a los aficionados al género. Y para encarnar a Wynne se cuenta con el sólido Benedict Cumberbatch, haciendo su tercer papel para la inteligencia británica y con otra gran actuación. En esta ocasión deja huella con el cambio físico que muestra con bastante detalle. Cooke arma una cinta de espías con bastante estilo clásico, poca acción pero mucha intriga y algo de drama, dando a conocer un relato que deja helado al espectador.
Buena y muy interesante.
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