martes, 10 de agosto de 2010

Tempestad sobre Washington

Extraordinaria película de 1962 dirigida por Otto Preminger sobre las dificultades que encuentra el presidente de los EE.UU. para que el Senado ratifique a la persona que ha elegido como Secretario de Estado. Sin duda, uno de los mejores ejemplos de cine sobre el mundo de la política. Se centra en la investigación que abre el senado para asegurarse que el elegido para dicho cargo es digno y tiene un pasado inmaculado. Sin embargo, turbios manejos políticos van sacando a la luz diferentes hechos que afectarán a más personas de lo esperado.
Preminger dirige magistralmente esta obra basada en la novela homónima de Allen Drury y por la que ganó el Pulitzer en 1960. Sabe definir bien los personajes sin llevar al espectador a la confusión, consigue dosificar la trama para fijarnos a nuestro asiento (sabremos antes que nadie que el nominado oculta algo pero luego desvela lentamente los secretos de éste y otros personajes), administra sabiamente los ingeniosos discursos políticos para no caer en monólogos o verborreas aburridas, y nos ofrece unos planos y escenas maravillosas. Se basa en dos pilares: un magnífico guión y un grupo de excelentes actores. El guión es de Wendell Mayes, quien ya había trabajado con Preminger en la estupenda Anatomía de un asesinato, y adapta genialmente la novela para el celuloide. En cuanto al impresionante reparto, cuenta con Henry Fonda, Charles Laughton, Walter Pidgeon, Gene Tierney, Lew Ayres, Don Murray, Burgess Meredith, Franchot Tone, Peter Lawford... Todos están maravillosos, pero destacaría al hábil líder de la mayoría, Walter Pidgeon y a los protagonistas de la trama, Fonda (sólo con su presencia transmite la seriedad y honradez que se busca) y Laughton (en un papel cínico e ingenioso que le va como anillo al dedo).
Por todo ello no hay que perdérsela. La dos horas y cuarto que dura se nos pasarán volando.

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